lunes, 27 de octubre de 2014

27/10/2014

Si pensara con mi corazón o con mi sexo, llegaría a la misma conclusión: Me enamoré de una utopía-si eso en algún momento fue amor-, me enamoré de la utopía de tu y yo, el problema duró un poco más de un millón de tiempo y tuvo los alcances de invadir aún lo más lascivo de mi cuerpo, pues toda esa invasión se dio en el desconocimiento y en la alimentación de la idea, esa que pensaba traducía cada uno de tus sentidos, cada uno de tus sentires, pero en esa confrontación lograste deshauciar cada uno de mis sentimientos, fragmentaste mi corazón y me enfrentaste a la estupidez, esa de haber sentido en algún momento algo por ti, algo que nunca fue egoista y que llenádose de comprensión se convirtío en un globo de imbecilidad. Es cierto, hoy me siento estúpida, por haber pensado que debía estar con alguien como tu, por haber tenido durante tanto tiempo emociones y sentimientos en tu nombre, el nombre de una gran mentira, de una gente indiferente e hiriente, esa gente que con sus vestigios de inmadurez fragmento mi corazón, me utilizó en cierta medida para compensar sus momentos de soledad, esa gente que me vio como una probeta de experimentación de una situación que le causo curiosidad, pues bien en nombre de tu sexomnia y de mis insomnias, hoy tengo amnesia ó mas bien quiero tenerla y olvidar que en algún momento actué de tales modos, y te pensé de tales modos hasta el punto de llegar a concebir toda la estupidez de mi ser.